Por casualidad, hoy me he acordado de una película:
Tasio.
Se trata de la primera película del famoso director navarro Montxo Armendáriz (en 1984), producida además por Elías Querejeta.
Y hablo de esta película en este blog porque cuenta la historia, desde la niñez hasta la vejez de Anastario Ochoa Ruiz (Tasio), un carbonero.
Pero no quiero dar más datos sobre ella, solo dejar la opinión de varios críticos que saben más que yo.
"Tasio me ha parecido una película tan conmovedora como hermosa (…) El limpio, escueto y sencillo relato cinematográfico de la vida de Tasio, carbonero y cazador furtivo de la sierra de Urbasa, ofrece detonantes afectivos tan evidentes que resulta imposible simular su inexistencia. Ni que decir tiene que la impresionante belleza de las imágenes y la prodigiosa interpretación de los actores constituyen, a la vez, el vehículo transmisor y la materia misma de la emoción (…) La destreza de la realización, la economía de los diálogos, la veracidad de los actores y la ausencia de énfasis retórico de la película movilizan no sólo las nostalgias de un mundo perdido sin también emociones más genéricas, nacidas de valores situados por encima de tiempos fechables y de lugares reconocibles. Tasio no es una reflexión discursiva sobre la libertad abstracta, sino la muestra en imágenes de una libertad furtiva a través del relato, en ocasiones épico y en ocasiones lírico, de la vida de un modesto carbonero navarro." (Javier Pradera. El País, 22 de septiembre de 1984).
"Sus intenciones –“recuperar a esas personas no viciadas por nada, que viven una existencia silenciosa y que hacen de la libertad, del amor a las cosas sencillas, del paisaje y de las formas más elementales de la vida la razón de su propia existencia”- Son tan sencillas como la misma película. No hay en ellas mensajes ocultos, alegorías políticas, ni gimnasias intelectuales –cosa que podría sorprender tratándose de una producción de Elías Querejeta, el más comprometido y combativo de nuestros productores. No hay tampoco alardes cinematográficos, simplemente, una serie de panorámicas enlaza sistemáticamente el horno donde se prepara el carbón vegetal –que adquiere caracteres de símbolo, de mito- y el bosque, los dos polos que centran la existencia de Tasio.
Los hechos de su vida, cotidianos o dramáticos –la caza de un jabalí, la enfermedad de la mujer, la rivalidad con un guarda- aparecen distanciados, elípticos, casi datos para un documento etnográfico; en suma, como si el director identificara su estilo con el personaje. Hay, empero, una emoción contenida en la película, que aflora con fuerza en la escena final –la hija, ya mayor, va a casarse y le requiere para que se vaya a vivir con ella en la capital, pero Tasio se quedará en el monte –una de las más hermosas en el cine español de los últimos años." (José Luis Guarner, La Vanguardia, 11 de octubre de 1984).
Y, por último, el enlace a un reportaje de RTVE en el programa Versión Española.